Trastornos en la Sexualidad

La sexualidad es un elemento importante, fundamental, en la vida de las personas que no debería quedar sin ser explorado en toda revisación médica y quedar asentado en la historia clínica de cada paciente.
Sin embargo, sus connotaciones psicosociales hacen que sea un fenómeno complejo, difícil de encuadrar en un marco de criterios operativos.

Un tema controvertido ha sido el de la homosexualidad. Tras años de enconadas discusiones, la American Psiquiatric Association, en 1974, eliminó oficial y definitivamente este fenómeno de la lista de trastornos mentales. En la actualidad prevalece la idea de que los homosexuales no presentan alteraciones psicológicas distintas del resto de la población, como no sean las derivadas de la marginación a que se ven sometidos en muchas sociedades.

Los trastornos sexuales pueden manifestarse por una alteración de los cambios fisiológicos propios de la respuesta sexual (disfunciones sexuales) y cuando la excitación sexual depende de estímulos distintos a los que se consideran normales (parafilias).

En función de su etiología, los trastornos sexuales tradicionalmente se han dividido en orgánicos y psicológicos, a pesar de que tal distinción en muchos casos resulta difícil de establecer. Existen, sin duda, factores orgánicos que pueden alterar la función sexual, como determinadas enfermedades, intervenciones quirúrgicas o traumatismos y, asimismo, la administración de algunos fármacos o el abuso de sustancias. No obstante, es preciso tener presente que, en la instauración y mantenimiento de una disfunción sexual, intervienen casi siempre importantes factores psicológicos, el más importante de los cuales suele ser la ansiedad derivada del temor al fracaso. Por ello, actualmente, al hacer el diagnóstico de un trastorno sexual hay que especificar si éste es motivado por factores psicológicos o si se debe a factores combinados, reservando este último criterio para aquellos casos en que existe una posible causa orgánica que no es suficiente para explicar el trastorno en cuestión.

La falta de una información correcta sobre el sexo y, en su defecto, la existencia de una serie de mitos y creencias erróneas que existen en la sociedad difíciles de combatir, constituyen la base de la ansiedad que, en muchos individuos, se agrava por sus características de personalidad. De ahí que una comprensión clara del hecho sexual sea de vital importancia tanto para la prevención de las disfunciones sexuales como para su tratamiento. Masters y Johnson, en 1966, distinguieron cuatro fases en un ciclo de respuesta sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución). Con el paso del tiempo se ha comprobado que apenas existen disfunciones sexuales correspondientes a la fase de resolución y, en cambio, son muy frecuentes los trastornos relacionados con el deseo sexual.
De acuerdo con ello, el DSM-IV clasifica las disfunciones sexuales en: trastornos del deseo sexual, de la excitación, del orgasmo y trastornos por dolor.
Asimismo, debe especificarse cuando se presenta el trastorno, si se trata de un trastorno de toda la vida o adquirido y si se presenta siempre o sólo en determinadas situaciones.

0 comentarios: